lunes, 15 de julio de 2013

Festivales

Ayer volví de Bilbao. ¿Que qué hacía yo allí? Pues si todavía no os habéis enterado, estuve en el BBK Live. Han sido tres días de conciertazos, risas y buen rollo en general, a pesar de que, como todo, tuvo sus altibajos. Pero centrémonos en lo positivo.

Empecemos por la zona de acampada o camping para aquellos aventureros que queremos contactar con la naturaleza... Mentira, preferimos dormir en una tienda de campaña a pagar un mínimo de 50€ por noche en un hotel u hostal. Que corren tiempos difíciles. Además, es más divertido dormir con el miedo de que algún guiri ebrio opte por echar una cabezadita encima de tu tienda. O como nos pasó a nosotras, que directamente se nos metió dentro de la tienda a dormir. El candado será lo primero que apunte en la lista de cosas que llevar para la próxima vez.

Y entre quejas del calor que hace y extranjeros borrachos que intentan ligar a la desesperada, está lo fundamental y esencial de todo festival: los conciertos, básicamente, por lo que estás ahí. Hay de todo, desde grupos que tocan a primera hora de la tarde que sólo los conocen en su casa, hasta cabezas de cartel que reunen a miles de personas. Lo mejor que te puede pasar es que consigas primera fila y veas la actuación del grupo sin ningún obstáculo en tu campo de visión. Eso si te gusta mucho el grupo, claro. Porque el agobio que se sufre antes no es algo que se quiere experimentar porque sí. Y si no soportas que la gente te empuje y se te eche encima, entonces no sé qué carajo haces ahí. Pero si no consigues primera fila, lo más probable es que acabes en mitad del mogollón, donde los pogos y mosh pits son bastante frecuentes en lo que a conciertos de rock/punk se refiere. Si acabar lleno de hematomas no es tu preocupación, entonces no hay problema. Lo malo es que si eres un metro y
Familiares míos
medio como yo, acabarás recogiendo tanta
información sobre distintos tipos de nucas que podrás escribir una enciclopedia sobre el tema. Porque no sé cómo lo hacemos los bajitos, pero siempre acabamos teniendo a una persona tres cabezas más alta delante. Así que yo en esos caso prefiero estar fuera motivándome con mi espacio vital, que al final incluso te lo pasas mejor.

Y después de un concierto demoledor, lo único que apetece es beber algo, ya sea alcohol o agua. Así que será mejor llevar un bisturí en el bolsillo, porque un riñón es lo que te va a costar refrescar la garganta y no morir de deshidratación. Sólo los más listos cuelan botellas de agua del exterior.

En definitiva, si tienes dinero y nada mejor que hacer en las fechas en las que cualquier festival en el que toquen grupos del estilo musical que más te gusta, ve. Es una orden. Al principio te dará pereza y tendrás escalofríos sólo de pensar que no dormirás en tu mullida cama durante tres o cuatro noches. Pero merece mucho la pena, de verdad. Y os lo dice alguien que donde mejor está es en su casa.



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